No hay nada peor para un argentino que...

Después de vivir 5 años en diferentes lugares de España, (intercalando viajes a mi calafate querido), no me pude sustraer a un comportamiento que vengo observando desde que llegué, (allá por 2001) sobre el funcionamiento en el exterior de mis propios compatriotas.
Y es curioso, tal vez un motivo de estudio para algún sociólogo ya que cualquier comida con otra gente “no argentina”, no alcanza para explicar dichos funcionamientos...
Es bien sabido que los argentinos en España gozamos de “buena salud”, no solo por el clima maravilloso que ofrecen estas tierras sino mas bien por el alto grado de aceptación que los locales tienen con ésta raza “simpaticona (llamada por algunos), como argentinos!.
A decir verdad no nos encontramos con muchos de los inconvenientes que tienen otros colectivos migratorios de nuestro mismo continente al momento de conseguir trabajo, establecer una conversación ó hasta sentir que debemos exigir, (con la voz bien alta si fuera necesario), nuestro derecho a no ser avasallados.
Es ahí en donde empiezan mis interrogantes...
Hace unos años atrás escribí un articulo para una revista de mi pueblo en donde contaba cierto comportamiento del argento en las playas valencianas que me había llamado poderosamente (y), gratamente la atención.
Sin desarrollar por completo el articulo, en ese punto recuerdo que mi sorpresa fue tal cuando (buscando un espacio de arena para tumbarme al sol como un lagarto), me vi rodeado de termos y mates en una extensión de al menos 70 metros cuadrados (calculé).
Me gustó ver la armonía con la que la gente se reunía y compartía sol, códigos y por supuesto “mates”.
Inevitablemente me paré un minuto a observar esa escena y debo confesar que sentí un regocijo interno que se me creó una contradicción muy fuerte que quería compartir con alguien.
Tal vez la cercanía de las fechas que por ese entonces corrían hacía que esos sentimientos estuvieran mas a flor de piel, (hablo de 2002, fecha que a cualquier argentino no le será indiferente), a lo mejor esto me llevo a reflexionar un poco mas de lo que lo hubiese hecho en otro momento, (no lo sé), el tema es que la pregunta me rebotó en la cabeza una y otra vez sin lograr responderla: ES POSIBLE QUE EN ARGENTINA PASARA ESTO?, que tantos argentinos juntos compartieran “hasta sin conocerse” charlas, risas, sombrillas y por supuesto EL MATE sin haberse cruzado jamás en la vida???
Por un momento me llené de alegría y pensé que ese comportamiento podía ser posible, que ese día el argentino había dejado de ser un tipo individualista para convertirse en un tipo comunitario, confiado, igual a su prójimo y que buscaba (en lugar de diferenciarse de otro argentino), unirse a él en esos 70 metros cuadrados... de eso voy a hablar en la próxima entrada... Por ahora los dejo con esta reflexión.



la imagen es gentileza de El exilio de Gardel